Hoy por primera vez en muchos días decidí asistir a la misa diaria de mi parroquia, la iglesia de Nuestra Sra. De Loreto. Mi amor a la misa y la oración es algo que llevo en lo más profundo de mi corazón. No hay otro lugar donde yo pueda sentir esa paz y tranquilidad que tanto anhelé cuando andaba apurado y sin reflexionar. Pero hoy algo distinto sucedió en mi alma. Comencé una vez más a pensar en una vocación asía el sacerdocio. En muchas ocasiones me he negado a una vocación sacerdotal pero todos los instintos y mis sentimientos me guían a ese camino.
Desde hace unos días me he propuesto la idea de San Agustín, quien enseñaba que la oración constante del corazón es la que debemos practicar. Esta forma de oración me recuerda a mi director espiritual quien en mi punto de vista era un gran santo. El me enseño que debemos rezar en todo momento y encomendarnos a Dios. Cuando aplicamos la oración del corazón la oración se vuelve algo perpetuo.
El regresar a la misa hoy me recordó bellos momentos que me cuando yo participaba en la misa con toda la inocencia del mundo. La Iglesia de Nuestra Sra. De Loreto es la Iglesia a la que yo asistía cuando recién había llegado a los estados unidos. Por algunas razones desarrolle un gran amor por esta Iglesia. Me encanta el espíritu de oración que la comunidad a creado. Hay varios movimientos y todos se llevan muy bien. Esos logras han sido después de muchos esfuerzo y dedicación de parte de los lideres.
Durante mi visita hoy me imaginaba como un pequeño curita y compartiendo todo ese amor que he recibido de Dios con los feligreses que llegaron a la misa. Me imaginaba una persona muy feliz y disfrutando mi sacerdocio. Por más que a veces me distancio Dios, El siempre me trae de regreso a su rebaño. Pensaba también en los buenos maestros que he tenido y como han tratado de guiarme a una vida de santidad. Quizás en alguna etapa de mi vida podré adquirir esa santidad que esos buenos maestros quisieron enseñarme.
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